No es posible hacer un autodiagnóstico de la intolerancia a la lactosa. Ni siquiera con las pruebas que uno encuentra en Internet, ya que no están científicamente validadas.
Para estar seguro, es necesario un diagnóstico objetivo, que solamente es posible bajo el control estricto de un médico con una prueba específica de hidrógeno en aire espirado. Esta prueba oral comprende, además de la constatación de varios síntomas como hinchazón, diarrea y flatulencia, la toma de una dosis estándar de lactosa (normalmente 20 a 50 g) seguida de la detección, en el aliento, de hidrógeno producido por la flora intestinal.
Muy a menudo, personas que sufren un malestar intestinal después del consumo de productos lácteos se autodiagnostican una intolerancia a la lactosa. Sin embargo, al acudir a un médico para un diagnóstico objetivo, solo un 50% de tales personas ven confirmado su autodiagnóstico. En este último suele haberse realizado una valoración inexacta de la gravedad de los síntomas.
Por otra parte, el diagnóstico de intolerancia a la lactosa no debe descartar otras patologías digestivas subyacentes.