Come yogur, come sano

¿Qué sucede con la grasa?

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A lo largo de la última década, la oferta de yogur se ha ampliado. Están disponibles con numerosos sabores originales, así como con diferentes porcentajes de grasa láctea. Ahora, tenemos yogures griegos que son tendencia en todo el mundo y su hermano pequeño, el skyr de Islandia, que también es un tipo de yogur rico en proteínas. En consecuencia, y como la oferta sigue en aumento, los consumidores pueden sentirse perdidos.

Este es un artículo de Hubert Cormier. Utilizado con autorización.

La percepción del público de una alimentación saludable parece verse enormemente influenciada por las pautas alimentarias, que recomiendan comer frutas y verduras, carne, y grasas y sal limitadas, con variedad y moderación. Por ejemplo, las recomendaciones incluidas en la Guía de Alimentación de Canadá apuntan a seleccionar alternativas a la leche más bajas en grasa y comparar la tabla de Datos Nutricionales sobre los yogures y quesos para realizar elecciones más sensatas, como optar por productos que contengan menos grasas, grasas saturadas, grasas trans, azúcar y sodio. Sin embargo, si seguimos al pie de la letra esta recomendación, nos veríamos tentados a descartar los yogures ricos en grasas.

Etiquetar los alimentos como bajos en calorías puede crear un efecto halo, que lleve al consumo excesivo de estos alimentos entre las personas que cuidan su alimentación. Los factores de comportamiento como la restricción y la desinhibición pueden llevar a los consumidores a optar por alimentos alternativos más bajos en grasas. De hecho, en la literatura científica ha quedado claramente demostrado que la personas que cuidan su alimentación mostraban una fuerte tendencia a evitar las grasas, además de estar habituadas a consumir edulcorantes artificiales —a menudo presentes en los yogures bajos en grasa— y a elegir alimentos bajos en calorías.

Sin embargo, para el yogur, la clasificación de «rico en grasas» o «bajo en grasas» es más arbitraria, y el contenido en grasa sigue siendo bajo en comparación con otros productos lácteos como el queso, la mantequilla o la nata. Si se tienen en cuenta la baja densidad energética del yogur y el hecho de que es un alimento rico en proteínas, péptidos bioactivos, calcio, vitamina D y aminoácidos de cadena ramificada, el consumo de yogur debería fomentarse, independientemente de su contenido en grasa. Asimismo, los yogures con un alto contenido en grasas suelen sustituir a postres o tentempiés y, en consecuencia, pueden tener un mejor impacto en la saciedad.

 Y tú, ¿cuáles son tus preferencias?

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