Cada vez hay más datos que indican que consumir lácteos enteros no incrementa el riesgo de enfermedades del corazón y puede incluso ser positivo para nuestra salud cardiometabólica. Hasta ahora, las guías alimentarias nos recomendaban optar por productos lácteos bajos en grasa en lugar de enteros. Estos datos lo contradicen.
Estos hallazgos inesperados han dado lugar a una oleada de investigaciones para volver a analizar en qué medida los lácteos enteros afectan a nuestra salud, más allá de su contenido en grasas saturadas.
Hace poco se ha producido un avance importante para desentrañar este misterio gracias a un equipo de investigación estadounidense que ha llevado a cabo una revisión bibliográfica de los mecanismos biológicos que explican la posible relación beneficiosa entre el consumo de lácteos enteros y los marcadores de riesgo de nuestra salud cardiometabólica (1).
Según los investigadores, el secreto está en las complejas matrices de nutrientes de los lácteos y en cómo esas matrices interactúan con nuestro organismo.
Veamos en qué consiste la matriz de los lácteos
Es demasiado simplista analizar los efectos de los lácteos sobre nuestra salud fijándose por separado en cada uno de los nutrimentos que contienen; debemos tener en cuenta la matriz del alimento en su conjunto, la forma singular en la que se combinan y organizan nutrientes como proteínas, grasas, vitaminas y minerales. La matriz del alimento completo no es igual si hablamos de leche, queso y yogur, y puede determinar cómo afecta cada uno de esos tipos de lácteos al riesgo cardiovascular.
En el caso de los alimentos lácteos enteros, parte de esa matriz son los ácidos grasos y los lípidos polares de los lácteos, que integran la membrana del glóbulo graso de la leche (MFGM). Según las investigaciones, estos componentes pueden aportar beneficios cardioprotectores por medio de vías complejas relacionadas con el metabolismo de los lípidos, la microbiota intestinal y la regulación inflamatoria.
Los lípidos polares de la leche pueden ser positivos para la salud cardiometabólica
Según la investigación, los lípidos polares de la leche (que engloban a fosfolípidos y esfingolípidos) contribuirían a mejorar la salud cardiometabólica disminuyendo los niveles de colesterol en sangre mediante la reducción de la absorción de colesterol en el intestino (2, 3).
- En algunos estudios clínicos se apunta a que el consumo de lácteos enteros que contienen lípidos polares de la leche como parte de la MFGM no tiene efectos negativos sobre el colesterol.
- Se ha observado que los lípidos polares de la leche mejoran los marcadores de la salud cardiometabólica porque su interacción con el intestino reduce la absorción de colesterol sin afectar negativamente a la microbiota intestinal.
Los resultados parecen indicar que los lípidos polares de la leche presentes en la MFGM también contribuyen a la salud cardiometabólica reduciendo la respuesta inflamatoria(4, 5).
- Según los resultados de estudios preclínicos, los lípidos polares de la leche en dosis altas pueden ser positivos para la salud cardiometabólica porque modifican la respuesta inflamatoria del intestino.
- Se ha observado en estudios clínicos que los lípidos polares de la leche que integran la MFGM pueden incrementar los niveles de citocinas antiinflamatorias.
Algunos ácidos grasos de la leche pueden tener efectos cardiometabólicos positivos
En la investigación mencionada se descubrió que algunos ácidos grasos que contienen los lácteos enteros pueden ser beneficiosos para la salud cardiometabólica mediante la modulación de los niveles de colesterol y de las vías inflamatorias o metabólicas.
- Los resultados del estudio apuntan que es posible que los ácidos grasos de cadena impar de los lácteos, C15:0 y C17:0, repercutan positivamente en la salud cardiometabólica modulando los niveles de colesterol, estimulando la reparación celular y reduciendo la inflamación (6).
- Según otros estudios preclínicos, es posible que los ácidos grasos de cadena ramificada de los lácteos tengan efectos positivos sobre la salud cardiometabólica a través de las vías antiinflamatorias, aunque es necesario seguir investigando esta cuestión.
- Los ácidos grasos de cadena corta y media también se han relacionado con la modificación de la inflamación y con efectos positivos sobre la homeostasis energética y la salud metabólica (7).
La matriz de los lácteos podría estar relacionada con los efectos sobre la salud cardiometabólica
Cuando los investigadores analizaron el papel de la matriz de los lácteos en los efectos de los lácteos enteros sobre la salud cardiometabólica, averiguaron que los efectos de los lácteos enteros como la leche, el queso y el yogur son distintos y no pueden predecirse únicamente en función de su contenido en grasas saturadas. Es posible que esas diferencias se deban, en parte, a la variabilidad de las matrices de esos alimentos.
- Puede que los efectos de la matriz de los lácteos en el metabolismo de los lípidos, el microbioma y la absorción y excreción de las grasas tengan algo que ver con el hecho de que consumir lácteos enteros no afecte al riesgo de enfermedades cardiometabólicas.
- La matriz del queso fermentado mejora los niveles de colesterol en sangre, modula los marcadores de inflamación crónica e incrementa la producción de péptidos bioactivos.
- La matriz del yogur fermentado puede repercutir positivamente en la microbiota intestinal, y la leche fermentada puede potenciar los efectos antihipertensores mediante la inhibición de la enzima convertidora de la angiotensina (ECA).
Estos ejemplos son una muestra de la complejidad de diversos productos lácteos enteros y de cómo pueden repercutir de forma diferencial en la salud cardiometabólica.
«La matriz de los lácteos, la manera en la que los macronutrientes, los micronutrientes y otros componentes bioactivos de los lácteos se compartimentan de forma diferente en la leche líquida, el queso y el yogur, pueden determinar cómo afecta cada uno de esos productos al riesgo cardiovascular. «