10 Jul 2023
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Los beneficios del yogur para la salud nos lleva a replantearnos lo que creíamos saber sobre los alimentos grasos

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Los alimentos grasos son malos y debemos evitarlos, ¿no? Pues resulta que, según los científicos, no tiene por qué ser así.

Según datos recientes (1), todo depende del tipo de alimento. Algunos alimentos ricos en grasas saturadas se asocian a un mayor riesgo de enfermedad cardíaca y diabetes, pero otros, entre ellos algunos productos lácteos, no siguen ese patrón; de hecho, tomar yogur se asocia incluso a una reducción del riesgo de estas enfermedades potencialmente mortales.

Con algunos alimentos muy grasos no se observa los resultados esperados

Las enfermedades cardíacas, los ictus y otros tipos de enfermedades cardiovasculares (ECV) siguen siendo la principal causa de muerte en Europa y el número de personas con diabetes de tipo 2 (DM2) no deja de crecer.

Hace tiempo que los expertos consideran que la alarmante trascendencia de estas enfermedades se debe en parte a los ácidos grasos saturados (AGS) de nuestra alimentación, y en las guías alimentarias se recomienda restringir el consumo de alimentos con alto contenido de AGS que puedan incrementar el colesterol y obstruir los vasos sanguíneos. Eso se podría traducir en la reducción del consumo de algunos de nuestros alimentos favoritos, como los lácteos, que son una de las principales fuentes de AGS en las dietas occidentales.

Sin embargo, ahora en el mundo científico se está cuestionando esa afirmación de que todos los alimentos que contienen AGS son malos porque, al menos en el caso de los lácteos, no se ha conseguido demostrar mediante estudios ninguna asociación sistemática entre dichos productos y el riesgo de ECV ni de DM2. Y, de hecho, ya se están publicando datos que ayudan a explicar por qué los lácteos no tienen esos efectos que se les atribuían.

Las personas que toman yogur habitualmente corren menos riesgo de sufrir diabetes

En una revisión de ensayos clínicos recientes, se han encontrado indicios sólidos de que el consumo habitual de yogur se asocia a un menor riesgo de DM2. Sin embargo, parece que el queso no afecta o, de hacerlo, afecta negativamente al riesgo de DM2 (2).

De hecho, según un análisis de siete ensayos clínicos sobre productos lácteos fermentados, el consumo de yogur se asoció a una reducción del 27 % en el riesgo de padecer DM2. No obstante, en tres de esos estudios se observó que comer queso se asociaba a un aumento del 24 % en ese riesgo de DM2 (3).

Tomar lácteos no se asocia a un mayor riesgo de ECV

Según los ensayos clínicos recientes, aumentar el consumo de yogur, no está relacionado con ningún peligro para nuestra salud cardíaca.

Por ejemplo, en un macroestudio con más de 100 000 participantes de entre 35 y 70 años de cinco continentes, donde se analizó el consumo de lácteos y el riesgo de ECV durante 9 años, se concluyó que, en comparación con no consumir nada de lácteos, comer más de dos raciones diarias de lácteos se asociaba a una reducción del 23 % en el riesgo de muerte por ECV y a una reducción del 22 % en el riesgo de sufrir episodios cardiovasculares graves como un ataque al corazón o un ictus (4).

En este estudio, el incremento del consumo de leche y yogur (aunque no de queso) se asoció a una reducción del riesgo de muerte y de problemas de salud relacionados con ECV.

Los efectos de los ácidos grasos saturados pueden depender del alimento del que proceden

Según las investigaciones más recientes, todos estos riesgos para la salud tienen que ver con el alimento del que proceden esos AGS. Tras un meta-análisis de más de 100 ensayos clínicos, se observó que el consumo de carne roja y procesada se asociaba a un mayor riesgo de cardiopatía coronaria, insuficiencia cardíaca e ictus, pero no se detectó esa asociación con el consumo de lácteos (5).

En el mundo científico todavía no se comprende por qué se dan estas diferencias, pero se cree que puede deberse a varios factores:

  • Es posible que la matriz de los alimentos lácteos tenga algo que ver: la estructura física de un alimento concreto y la forma de interactuar de sus moléculas pueden cambiar los efectos de sus nutrientes, porque influyen en nuestra forma de digerirlos y absorberlos. Esto explicaría la reducción de la absorción de grasas (6).
  • Los ácidos grasos saturados estimulan el colesterol «bueno» y también el «malo», así que los efectos saludables del colesterol HDL contrarrestan los efectos nocivos del colesterol LDL.
  • Los ácidos grasos saturados de los lácteos suelen aumentar la cantidad de partículas de colesterol de gran tamaño, que están menos relacionadas con el riesgo de ECV que las partículas pequeñas.
  • Las proteínas de los lácteos tienen efectos hipotensores que ayudan a compensar el aumento del riesgo de ECV como consecuencia de los ácidos grasos saturados.
  • Los cultivos vivos presentes en los lácteos fermentados como el yogur también pueden contribuir a los efectos positivos sobre el riesgo de ECV y DM2.

«En conjunto, los lácteos presentan una asociación neutra o incluso positiva con las ECV y la DM2. Se han observado asociaciones positivas en lo que respecta a la presión arterial y a la reducción del riesgo de DM2 vinculada al consumo de yogur». – Givens DI, 2023

 

Para saber más: lee el artículo original.
Fuente: (1) Givens DI. Dairy foods and cardiometabolic diseases: an update and a reassessment of the impact of SFA. Proc Nutr Soc. 2023 Feb 6:1-17.
Otras referencias:
  1. Guo J, Givens DI, Astrup A et al. (2019) The impact of dairy products in the development of type 2 diabetes: where does the evidence stand in 2019? Adv Nutr 10, 1066–1075.
  2. Companys J, Pla-Pagà L, Calderón-Pérez L et al. (2020) Fermented dairy products, probiotic supplementation, and cardiometabolic diseases: a systematic review and meta-analysis. Adv Nutr 11, 834–863.
  3. Dehghan M, Mente A, Rangarajan S et al. (2018) Association of dairy intake with cardiovascular disease and mortality in 21 countries from five continents (PURE): a prospective cohort study. Lancet 392, 2288–2297
  4. Bechthold A, Boeing H, Schwedhelm C et al. (2019) Food groups and risk of coronary heart disease, stroke and heart failure: a systematic review and dose–response meta-analysis of prospective studies. Crit Rev Food Sci Nutr 59, 1071–1090.