Come yogur, come sano

Con cambios sencillos en tu alimentación puedes contribuir a salvar el medio ambiente

How to build a diet

A todos nos gustaría hacer más para salvar el planeta, pero aún no sabemos con certeza cuál es la mejor manera. En un reciente estudio se ha demostrado que una dieta sana con muchas frutas y verduras podría marcar una gran diferencia.  

En este estudio, los autores observaron que los gases de efecto invernadero se podrían reducir casi en un tercio con la dieta, sin tener que hacer cambios sustanciales en los alimentos. Basta con elegir más alimentos vegetales que muchos de nosotros consumimos en la actualidad y reducir la cantidad de carne a unos 100 g/día. Y la buena noticia es que nuestra factura de la compra no aumentará.

La noticia menos buena es que la cantidad de gases de efecto invernadero que podemos reducir se encuentra limitada por la necesidad de aportar suficientes nutrientes sanos en la dieta. Por eso, la mayor reducción en los gases de efecto invernadero solo se conseguiría a expensas de una dieta saludable o bien obligaría a un cambio mucho mayor de la dieta, sacrificio para el que mucha gente no está aún preparada, declararon los autores.

La producción alimentaria crea gases de efecto invernadero

Los alimentos que ingerimos surten impacto en el medio ambiente a través de su cultivo, procesamiento, transporte, almacenamiento e incluso desecho. Las emisiones derivadas de este sistema alimentario se podrían reducir en parte si todos modificáramos la dieta habitual puesto que cantidades idénticas de alimentos distintos generan una emisión diferente de gases de efecto invernadero (EGEI). La carne, por ejemplo, produce más emisiones de estos gases que las frutas y hortalizas. La dieta vegetariana o con pocos productos cárnicos parece ejercer un menor impacto ambiental y en general esta idea se corresponde con el consejo de los expertos en salud de comer muchos más alimentos de origen vegetal y menos carne roja o procesada.

No obstante, la reducción de las EGEI se debe poner en la balanza frente a los demás componentes de una dieta sostenible, que debería contener una cantidad suficiente de nutrientes, resultar segura, saludable, asequible y adaptada a cada cultura y, por último, tener un impacto bajo en el medio ambiente.

Cómo modelar las dietas para imitar los efectos de los cambios alimentarios

Por este motivo, los autores analizaron cuáles serían los efectos de la variación de los componentes de una dieta sostenible. Para ello, evaluaron el contenido de nutrientes, los precios y las EGEI asociados a 402 de los alimentos más consumidos por los participantes de un gran estudio francés. Después, aplicaron una técnica matemática para modelar las dietas a partir de cambios en las EGEI, la calidad nutricional y la aceptabilidad.

Los cálculos de las EGEI incluían todo el ciclo vital de los alimentos, desde la producción agrícola hasta el uso y la gestión de los residuos de los envases.

«…este estudio revela que la reducción moderada de las EGEI no exigió ningún cambio en el grupo de alimentos de la dieta, aparte de cumplir las recomendaciones nutricionales, es decir, de aumentar sobre todo el consumo de frutas y verduras» – Perignon M y cols., 2018.

Los resultados mostraron que los participantes redujeron las EGEI hasta en un 30 % sin tener que pagar más o hacer cambios en los grupos de alimentos, salvo los necesarios para cumplir las recomendaciones nutricionales.

Más allá de esta consideración, para reducir las EGEI en más de un 30 % habría que mermar la calidad de la dieta o cambiar de forma drástica los alimentos habituales seleccionados por los participantes.

La reducción máxima de las EGEI que podrían lograrse cumpliendo todas las recomendaciones nutricionales llegó al 70 %. Sin embargo, estas reducciones tan llamativas solo se alcanzarían eliminando ciertos grupos de alimentos, como los productos lácteos, la carne y los huevos.

¿Deberíamos volvernos todos vegetarianos?

Así pues, este estudio puso de manifiesto que los alimentos de origen animal representan las palancas principales para reducir las EGEI relacionadas con la dieta. Esperar, sin embargo, que todos nos volvamos vegetarianos sería excesivo, señalan los autores. Este tipo de cambio radical en la dieta no parece realista en países industrializados como Francia o los EE.UU., donde solo un 2 % de las personas son vegetarianas, afirman los autores.

Además, la dieta sana y equilibrada de muchas personas depende de los productos pecuarios.  Entre los nutrientes cuya demanda resulta más difícil satisfacer si se pretende reducir las EGEI en gran cantidad se encuentran el potasio y el calcio (presentes sobre todo en los productos lácteos).

 «…. aunque a menudo se afirme que las dietas vegetarianas o veganas reducen el impacto medioambiental de la dieta, los resultados de este estudio indican que, para mejorar la sostenibilidad de la dieta, debe preservarse la diversidad de los grupos de alimentos más que efectuar cambios drásticos con exclusión de ciertas categorías de alimentos» – Perignon M y cols., 2018.

Los autores concluyen que en cualquier estudio, en el que se desee cambiar la dieta para reducir su impacto medioambiental, se ha de sopesar siempre la importancia del equilibrio entre la reducción de los gases de efecto invernadero y nuestras necesidades nutricionales.

Para más información, consulte el artículo original.
Fuente: Perignon M, Masset G, Ferrari G, et al. How low can dietary greenhouse gas emissions be reduced without impairing nutritional adequacy, affordability and acceptability of the diet? A modelling study to guide sustainable food choices. Public Health Nutr. 2016 Oct;19(14):2662-74.

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