El yogur, un alimento rico en nutrientes Come yogur, come sano

La combinación ganadora del yogur con frutas

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Los yogures y las frutas se consideran alimentos saludables que se asocian con unos patrones de alimentación y unos hábitos de vida sanos. Fernández y Marette proponen que la combinación de yogur más fruta revestiría un enorme interés, al proporcionar probióticos, prebióticos y numerosos nutrientes esenciales. ¡De hecho, los yogures y las frutas son dos alimentos que se mezclan muy bien!

Los yogures y las frutas son alimentos sanos

El consumo de frutas se incluye dentro de muchas directrices alimentarias en todo el mundo. Su densidad energética es bastante baja y las frutas aportan una variedad de antioxidantes (carotenoides, polifenoles…), además de fibras prebióticas ventajosas para una fermentación sana en el colon. El consumo de yogur, al igual que el de frutas, se asocia a un patrón de alimentación más saludable. ¡Y además los dos son alimentos ricos en nutrientes! Los datos actuales revelan que el mayor consumo de yogures y frutas podría reducir el aporte de alimentos hipercalóricos. Los autores subrayan que la combinación de yogur con frutas podría resultar una mezcla prometedora y ejercer efectos sinérgicos para la salud.

Los yogures y las frutas se asocian con patrones de alimentación y estilos de vida sanos

El consumo de yogur beneficia a la salud, porque reduce el incremento de peso y el riesgo de diabetes de tipo 2. Se sabe que el consumo de frutas es un factor alimentario que reduce el riesgo de enfermedad cardiovascular. La mezcla de yogur y frutas, muy sencilla, podría conferir ventajas combinadas para la salud a través de un efecto prebiótico y probiótico potencial. Asimismo, se puede considerar como una combinación ganadora para reemplazar alimentos pobres en nutrientes u obesógenos. Los autores concluyen que esta combinación, y sus posibles efectos sinérgicos para la salud, requeriría más estudio.

Para saber más, lea el artículo original.

Fuente: Fernández M A y cols. Advances in Nutrition 2017; 8: 1555-1645.

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